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lunes, 17 de marzo de 2014

Relato lésbico.

La besé, y me encantó volver a sentir el sabor de sus labios. La deseaba tanto que no dejé pasar ni un segundo. Poco a poco, empecé a subirle la camiseta. Empecé a besar su cuello mientras, con las manos, desabrochaba su sujetador. Antes de empezar a investigar cada centímetro de su cuerpo, yo misma fui quien se quitó su propia camiseta.
Bajé del cuello a sus pechos, y empecé a besarlos con suavidad llegando al pezón. Lo mordí. Seguidamente, subí a su boca y empecé a besarle con intensidad, pero a la vez, delicadamente.
Cada vez las dos estábamos más cachondas y solo con saber que la tenía ahí, se me estimulaba el clítoris.
Antes de que yo pudiera seguir con mi travesura, ella me quitó el sujetador y me susurró al oído ''la ropa nos sobra'' y empezó a besarme mientras con las manos me acariciaba el vientre y la espalda.
Mutuamente, nos íbamos quitando el pantalón.
Bajé a su pierna y empecé a besarla mientras subía lentamente. ''¿Qué esconde ese encaje negro?'' dije levantando aquel pequeño tanga. ''Algo que quiero que conozcas'' me contestó.
Nos desprendimos de la ropa que nos quedaba y empecé a comerle el coño mientras con otra mano le masturbaba. Ella gemía y yo no iba a parar, y finalmente, tuvo un orgasmo y se corrió.
Me agarró del pelo para que subiera y me empezó a besar en los labios, mientras con una mano me agarraba de las tetas y con la otra me masturbaba.
La noche se fundía entre gemidos y gritos de placer.
Dijo que era su turno, y fue bajando. Primero me besaba los senos, bajaba a mi vientre, y volvía a subir, hasta que bajó. Sentí su boca en él y tuve un orgasmo a los pocos segundo. 'Joder, qué bien lo hace' pensé.
Me corrí.
Continuamos la noche entre besos y caricias, y en ese momento, éramos solo ella y yo. No existían los problemas, no existían los demás.

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